viernes, 27 de diciembre de 2013

CANNABIS, ALGUNOS DATOS



En un estudio reciente se realizó un seguimiento de 1601 estudiantes de entre 14-15 años durante 7 años, se llegó a la conclusión que fumar marihuana diariamente aumentaba el riesgo de sufrir ansiedad y depresión, sobre todo en mujeres. Otro estudio realizado con jóvenes encontró que el uso precoz de cannabis aumentaba el riesgo de intentos de suicidio, así como el riesgo de ideación suicida.

El cannabis es la droga ilegal más consumida en el mundo. En la última década su consumo ha aumentado de forma considerable, especialmente entre adolescentes y jóvenes, siendo la edad de inicio cada vez más temprana.

De modo que bajo la apariencia del cannabis de sustancia “curativa”, existen una larga lista de efectos adversos irreversibles, no sólo para la salud física, sino también para la salud mental que afectan al ámbito cotidiano, laboral, social, afectivo y emocional de la persona, condicionando por completo su vida.

Por lo tanto, no podemos olvidar que el cannabis sigue siendo una droga y que no podemos desmitificar como tal.

Por lo que creo que hay que realizar una fuerte campaña informativa sobre todo a nivel escolar, ya que los adolescentes son el colectivo más afectado por dichas consecuencias del consumo de cannabis, puesto que empiezan a consumir desde la inexperiencia, creyendo que el cannabis es algo bueno, que solo provoca efectos positivos como la relajación, la evasión de los problemas, la mejora en las relaciones sociales, etc. Pero pasan por alto lo negativo del consumo de droga en jóvenes (por quitarle importancia), sobre los cuales las consecuencias  del consumo no solo son negativas, sino irreparables.


viernes, 20 de diciembre de 2013

CANNABIS, INFORMACION GENERAL



El cannabis ha sido considerado a veces como una droga relativamente menos peligrosa que otras, y además se la ha buscado por sus efectos terapéuticos como el analgésico. Sin embargo, nuevos estudios han demostrado los efectos adversos en la salud mental del cannabis a medio-largo plazo.

Hace 50 años, la Organización Mundial de la Salud llegó a la conclusión de que el uso del cannabis era peligroso física, mental y socialmente, pese a ello hoy nos encontramos ante un fenómeno de tolerancia social en el que el consumo de cannabis se ha desdramatizado y desmitificado.

En cuanto a los efectos físicos, después del consumo se produce lo que se conoce como “borrachera cannábica”, caracterizada por sequedad en la boca, ojos rojos, taquicardia, aumento de la tensión arterial, descoordinación, risa incontrolada, somnolencia, percepción distorsionada, dificultad de coordinación y de reacción…

Además, el consumo más frecuente es mezclado con tabaco, fumado sin filtro y con largas caladas, lo que también podría incrementar la frecuencia de problemas pulmonares como bronquitis crónica, enfisema pulmonar o cáncer de pulmón. Además, su efecto broncodilatador potencia la absorción de sustancias tóxicas.  También, como consecuencia de la taquicardia y el aumento de la presión arterial puede provocar patologías cardiovasculares como arritmias.

Por si fuera poco, cada vez más datos advierten de la implicación del cannabis en accidentes de tráfico y de su papel como puerta de entrada hacia otras drogas más “duras”.

Entre las consecuencias de consumo de cannabis a largo plazo se encuentra el deterioro de la memoria a corto plazo (de sucesos recientes) que dificulta la realización de tareas complejas. También hablamos del Síndrome amotivacional caracterizado por la apatía, la falta de energía y la desgana para hacer cualquier actividad prologada que requiera atención o tenacidad. Todo ello, desemboca en la dificultad para el aprendizaje y el abandono de los estudios antes de tiempo. Algunos trabajos apuntan a que estas capacidades cognitivas se pueden recuperar en parte al abandonar el hábito y salir de la intoxicación crónica que sufren los fumadores habituales, pero otras investigaciones señalan que quedan importantes secuelas en algunas áreas cerebrales.

En consumidores crónicos de cannabis pueden aparecer incluso episodios psicóticos repetidos como alucinaciones, cambios conductuales y agresividad, que pueden desembocar en esquizofrenias.

viernes, 13 de diciembre de 2013

ADICCIONES EN LOS JOVENES (2ª PARTE)



Tipos de dependencias

Hay diversos tipos de dependencias, las más comunes son la dependencia a drogas, alcohol, comida, etc. Sin embargo, muchos de los jóvenes también son dependientes a otras cosas, como los videojuegos, internet, el juego, el ruido (subir el volumen a la música), el gimnasio, verse bien,etc. Este tipo de dependencias que parecieran más inofensivas no deben descuidarse, pues son llamadas de atención de los jóvenes, una forma de escaparse de lo que  sienten no pueden controlar.

Adicciones y familia

Cuando existe un adicto en casa, la familia puede sentirse y reaccionar de distintas formas. Pero lo más aconsejable cuando un joven es adicto a algo  es evitar el rechazo ,los golpes, el maltrato o el desprecio, pues debe pensarse que el joven no comprende su mundo interior, y que ha recurrido a un soporte extra porque no lo siente ni en casa ni con nadie, con los amigos puede compartir su adicción o momentos de placer, pero por lo general un adicto suele relacionarse con personas que tampoco saben que hacer con lo que sienten, de manera que no pueden apoyarse uno al otro, sino nada más acompañarse.

La desesperación suele en muchas ocasiones atrapar a los familiares. Sin embargo, este puede ser un momento que sirva a toda la familia (y no sólo al adicto) para reconsiderar muchas cosas. Se sugiere buscar ayuda profesional cuando el caso se ha agravado, sin embargo, hay mucho que se puede hacer en casa para ayudar a un adicto a salir de su dependencia. 

Se recomienda leer libros que ayuden a comprender la situación desde nuevas perspectivas, como el libro de Louise L. Hay, titulado Tu puedes sanar tu vida. Se puede, además, invitar al joven a tomar alguna sesión con un terapeuta, o con alguna persona que le ayude a solucionar su dolor emocional.

Para finalizar, cabe mencionar que mucho se insiste en que se diga no a las drogas, pero no se ataca el verdadero problema que le hace a uno recurrir a estos escapes. Para formar jóvenes seguros y fuertes, es necesario que ellos encuentren esto dentro de si, porque sino, se buscaran a lo largo de la vida formas fáciles para distraer las emociones que no aprendan a comprender. 

Juan Carlos Quero

viernes, 6 de diciembre de 2013

DROGAS Y ADICCIONES EN LOS JOVENES



 ¿Cómo ayudar a combatirlas y prevenirlas?

Las adicciones son una alternativa a la que recurren los jóvenes cuando no pueden o no saben cómo manejar los problemas o situaciones que sienten les acosan, y que parecen cada vez ser más graves. La salida más común para un problema que no encuentra como resolverse es la evasión. Y las drogas, el alcohol, comer en exceso, etc. son adicciones que pueden son un medio fácil para escaparse de lo que les provoca dolor, inseguridad, temor, etc.

¿Qué son las adicciones?

Son muletillas o refugios que dan placer, libertad, seguridad y fuerza momentánea, pero cuando pasa el efecto, hay una fuerte recaída, y el jóven suele sentirse peor de lo que se sentía. Esto provoca una necesidad de ellas, sin contar con que muchas adicciones como las drogas y el alcohol, en el nivel biológico, crean reacciones que acentúan su necesidad de consumo. 

¿Por qué los jóvenes se vuelven adictos a algo?

Aunque parezca difícil de creer, no es que un joven elija ser adicto, sino que las circunstancias lo llevan la mayor parte de las veces a buscar estimulantes externos porque son un soporte o muletilla para no caerse en la confusión o el dolor emocional que pueden sentir. Los jóvenes buscan estos refugios  o escapes porque en el fondo no saben que hacer con lo que sienten y viven. Algunos ejemplos que provocan que los jóvenes lleguen a esta salida son: rechazo constante, juicios hacia lo que es y siente el joven, castigo y critica constante, reproches, abandono emocional, falta de apoyo o guía emocional, no ponerle límites de pequeño (lo que crea mucha inseguridad), padres exigentes y perfeccionistas, abuso moral o físico, falta de un ambiente de seguridad y dignidad.  

Dependencias, crisis y cultura emocional

Las crisis que suelen padecer muchos jóvenes se deben en gran parte a que la educación ha descuidado en la mayor parte de las escuelas la cultura emocional. La mayoría de los padres de familia y maestros arrastran este rezago, no comprenden lo que sienten, la cultura nos enseña a negar y disfrazar lo que sentimos, a tratar de ser lo que no somos, a compararnos, a estar en competencia, a crear posturas falsas, a dar órdenes, a juzgar, etc. Se carece de una comprensión profunda acerca del mundo emocional, se tiene un pobre entendimiento de cómo manejar el estrés, el miedo, el enojo, etc. Y como no se sabe que hacer con esto entonces lo callamos, lo frustramos, lo evadimos, y pasamos estas inseguridades y carencias a los hijos y alumnos, los cuales más tarde se sentirán igualmente inseguros y poco hábiles para manejar la cantidad de información y experiencias que en la vida actual suceden con tanta rapidez, no dando ni siquiera el tiempo de poder hablarlo ni valorarlo en casa.  Muchos padres tiene prisas todo el día, algunos llegan llenos de estrés y de problemas, no están en condiciones de escuchar a sus hijos.
Los maestros, por otro lado, tienen que atender a muchos niños en el aula, el tiempo para que un niño participe en clase es muy poco, el diálogo se ausenta cada vez más. Por otro lado, gran parte de internet sólo bombea información que muchas veces no es apta para jóvenes y menos para los niños, hay noticias (muchas veces muy violentas), páginas que bombean una perspectiva del sexo y el amor muy pobre, cierto que hay páginas que son en verdad de calidad, pero a esta edad los jóvenes todavía no distinguen muy bien que es eso de “calidad” ellos buscan lo más fácil y lo que les represente menos conflicto o molestia, y lo que les de un placer lo más rápido posible. Y la televisión, por otro lado, se la pasa vendiendo cosas y acentuando comportamientos de consumo para ser aceptado, al igual que internet, muchos programas son en verdad de muy bajo valor cultural. ¿Dónde entonces queremos que los niños y jóvenes se refugien?

Juan Carlos Quero 

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