viernes, 18 de octubre de 2013

EN EL AMOR Y EN LAS DROGAS

Las drogas, todas las drogas, presentan una doble cara. Primero aparecen con la imagen positiva, favorable y que tanto atrae a jóvenes y mayores. Posteriormente, esa cara desaparece. Rápidamente las drogas empiezan a mostrarse tal como son: dolor, problemas, infelicidad y múltiples trastornos.
En esta dualidad que las drogas presentan reside parte de la potencial dificultad para evitar que nuevas personas las consuman y abusen de ellas. Si desde al principio, la cara imperante fuera la negativa, el atractivo y mística que rodea el mundo de las drogas desaparecería.

En muchos sentidos el proceso de adicción ha sido comparado con el de entablar una relación; pero en este caso se trataría de una relación desdichada. A medida que atravesamos las sucesivas etapas, el compromiso se intensifica y la influjo que ejerce sobre el adicto se vuelve más fuerte.

Enamoramiento
Si el primer contacto con las drogas ha sido agradable, se produce un enamoramiento y una atracción apasionada de volver a consumir. Esta percepción distorsionada provoca emoción o euforia lo que hace que aumente la probabilidad de repetir las conducta de consumo. Se produce un cambio en el estado de ánimo que genera encandilamiento al igual que cuando uno se enamora.
  
Luna de miel  
 Al aprender en la etapa anterior que es posible obtener alivio o placer a través de la sustancia o conducta la persona puede verse impulsada a recurrir a ella como método de afrontamiento. Durante esta fase, el futuro adicto experimenta todas las gratificaciones y ninguna de las consecuencias negativas: siente que ejerce control, que la actividad es inofensiva y que él la merece.

Traición  
Lo que uno experimenta durante la luna de miel no tarda mucho en desaparecer y con el paso del tiempo es traicionado. Así, además del deterioro en las principales facetas de la vida, es muy probable que el adicto hace cosas que normalmente no haría para mantener su adicción. La traición es real y el declive comienza.

En la ruina 
 Ahora el adicto debe consumir cada vez más para preservar los efectos positivos de la adicción y evitar los negativos. Está desarrollando tolerancia. La adicción sigue manteniéndose como estilo de afrontamiento con lo que los problemas lejos de resolverse se acrecientan más.


Aprisionados
El adicto llega a un estado de desesperación en su relación con la sustancia o actividad adictiva, dejando de lado todo lo demás. Se comporta de manera cada vez más impulsiva e incontrolada, preso de su adicción. Esta etapa de la relación es un descenso a la desesperación. El servilismo ante las drogas no permite tregua y esta espiral tiende a autoperpetuarse, a menos que suceda algo que la detenga. El retorno, no obstante existe, aunque sea un proceso también duro y difícil. 


                                                                                                                                   Rocío Gay 

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